Estar en la Gloria

Jun - 30
2024

Estar en la Gloria

Seguro que en algún momento de su vida ha escuchado o ha utilizado la frase “Estar en la Gloria”. Pero, ¿sabe de dónde viene esta expresión? Sus orígenes se remontan a la Edad Media, y a la vez está relacionada con el suelo radiante, el famoso sistema de climatización actual.

El sistema de calefacción del siglo I a.C. «Hipocausto»

El Hipocausto era el nombre que recibía el sistema de calefacción inventado y/o perfeccionado por los romanos. El diseño de este sistema se atribuye al ingeniero romano Cayo Sergio Orata en el siglo I a.C.

El término Hipocausto proviene de la unión de dos palabras “hipo” que significa “por debajo de” y “causto” que se traduce como “quemado”.

La gloria de la frase se refiere a un sistema de calefacción utilizado desde la Edad Media en Castilla e ideado por los romanos. Se trataba de un hogar o caldera que solía instalarse en el exterior de la vivienda y cuyo tiro de la chimenea no era vertical, sino que pasaba horizontalmente por debajo del frio suelo, haciendo que la superficie estuviese caliente (una vez atravesaba toda la estancia el humo salía verticalmente y de forma convencional).

Cuando en el frío invierno se encendía la caldera y se calentaba la estancia era algo realmente complaciente, por lo que el estar en aquel lugar dio paso a la expresión “estar en la gloria” como sinónimo de estar muy a gusto, feliz en un sitio.

Cabe destacar que el motivo por el que ese tipo de calefacción acabó recibiendo el nombre de “gloria” fue a partir de la Edad Media y como una clara referencia al lugar que se utiliza en el catolicismo para referirse al cielo (paraíso) en el que se encuentra Dios y van a parar las almas de los bienaventurados. Para los creyentes no había lugar más confortable que ese y, por tanto, como analogía de placer y deleite (en los fríos días de invierno en Castilla) el poner en funcionamiento aquel sistema de calefacción hacía que se sintieran como en el paraíso (la gloria).

¿En qué consiste el funcionamiento básico del Hipocausto?

Básicamente, era un sistema que consistía en construir dentro de los hogares un suelo elevado del terreno, colocándolo encima de varias pilas de ladrillos.

La altura de este suelo con respecto al terreno oscilaba entre los 40 y 60 cm, según el número de ladrillos usados. Se empleaban, generalmente, ladrillos rectangulares de unos 15 cm de lado y 5 cm de espesor. Entre cada pilar que sujetaba el suelo, se dejaban unos 30 cm de espacio.

En el exterior del edificio se construía un horno (praefurnium) en el que se quemaba leña o carbón vegetal. Los gases calientes derivados de esa combustión se canalizaban a través de las cámaras resultantes de construir el suelo sobre columnas de ladrillo. Así, el aire caliente y el vapor se repartían bajo las estancias, abarcando toda la superficie del suelo y calentando dichas habitaciones. Incluso podían calentar paredes a través de ladrillos huecos que llegaban hasta el techo e irradiaban calor.

En las habitaciones en las que no era necesario un calor tan intenso, se utilizaba un tipo de calefacción vertical (concameratio), basada en la construcción de dobles paredes con ladrillos huecos que llegaban hasta el techo entre las que circulaba el aire caliente originado en el hipocausto. Finalmente, dicho aire era evacuado, junto con gases y humos, a través de conductos que terminaban en salidas exteriores colocadas en la parte más alta de los muros.

De esta manera, se evitaban los posibles peligros de utilizar otros métodos más económicos como los braseros, pues los habitantes de las casas no estaban expuestos al humo producido por el fuego.

Para todo este sistema de calefacción se empleaban elementos muy simples, tales como barro, madera y ladrillos.

Gracias a numerosos documentos, entre ellos una carta de Valeriano a Zosimión (gobernador de la Siria) recogida en El divino Claudio de Trebelio Polión, sabemos cuáles eran los materiales que más se usaban para calentar los hipocaustos:

Por su complejidad, este sistema de calefacción estaba restringido a ciertas estancias concretas, pues el coste de su construcción era muy elevado. No todos tenían los medios para construirlos, por lo que los menos afortunados tenían que contentarse con disfrutarlos en los baños públicos. Porque otra de las funciones del hipocausto era calentar el agua de los baños calientes mediante la conducción del calor a través del suelo.

 

Las altas temperaturas que alcanzaba el aire gracias al horno hacían que el suelo llegase a superar los 50ºC, obligando a sus usuarios a usar sandalias.

Después de conocer el funcionamiento de este sistema de calefacción se puede afirmar que el “Hipocausto” es el predecesor del sistema de calefacción actual conocido como “suelo radiante” o “calefacción invisible”.

 

«Estar en la gloria»

Durante la Edad Media, en amplias zonas de Castilla, existía un sistema de calefacción muy similar al hipocausto. Esta calefacción era conocida con el nombre de Gloria y consistía en un espacio similar al de una estufa situado, generalmente, en el exterior (un patio), en la cocina o bajo la superficie del hogar donde se quemaba el combustible. Este sistema se completaba con unas galerías situadas bajo el solado de los locales a calentar por los que circulaban los humos calientes provenientes de la combustión que luego salían al exterior por un humero, o cañón de chimenea vertical.

Su bajo índice de combustión permite que el calor se mantenga durante un tiempo prolongado (24 horas en algunos casos) utilizando poca cantidad de leña. Poseen, además, una salida de humos, conectada al canal principal, a través de la cual se expulsan los gases producidos por la combustión. La combustión de la gloria era regulable en función a la cantidad de humo transferido, lo cual permitía regular la temperatura de transferencia dentro la casa.

Los materiales de combustión procedían del desecho de las tareas del campo. Al tratarse de una combustión lenta, resultaban más adecuados los materiales pequeños como ramas, paja u otros similares.

Tradicionalmente la gloria se encontraba en la parte exterior de la casa, aunque hoy en día es posible encontrarla en el interior de las mismas. Los materiales empleados para su construcción son el ladrillo o el adobe por su resistencia a las altas temperaturas y su estabilidad térmica. Además, el suelo de la vivienda suele estar formado por baldosas de cerámica, capaces de retener el calor durante un tiempo prolongado.

El calor proveniente del suelo generaba una temperatura ideal en las épocas más frías y ofrecía bienestar a los habitantes del hogar. De aquí la expresión “Estar en la Gloria”.

Adicionalmente, las viviendas que poseen este sistema de calefacción son, en su mayoría, bajas, ya que en casas con varios pisos la gloria no puede calentar las plantas superiores. Por otro lado, la gloria también puede emplearse para refrescarse en verano: al dejarla abierta por la noche, el aire fresco entra por las galerías, enfriando las partes de la casa que hay a su paso.

Podemos encontrar en la actualidad este sistema calorífico en regiones desarboladas como Tierra de Campos, territorio que se extiende por Zamora, León, Valladolid y Palencia. Muchas personas optan por la gloria para calentarse este invierno y así evitar que sus bolsillos se congelen.

Por supuesto, todo método que utilice combustión necesita ser deshollinado. Se recomienda deshollinar la gloria regularmente para evitar peligros.

¡¡¡HASTA PRONTO EN SU DESHOLLINADOR!!!

 

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